La sociedad de la rosa
Tres bandos luchan por el poder. La Inquisición y su líder, Teren, un fanático con un poder imbatible que domina Kenettra con puño de hierro. La Sociedad de las Dagas, un grupo de poderosos Jóvenes de la Élite que vuelven del exilio apoyados por un reino extranjero, Beldain. Y por último, Adelina, cuyo poder se alimenta del miedo de los demás y que vuelve con su propio ejército. Nadie saldrá ileso de este enfrentamiento.
Con este libro hemos terminado la segunda parte de la saga Los jóvenes de la Élite, la cual nos gusta mucho, y estábamos deseosos de poder leerla, y gracias a Ana del blog Rubíes literarios, que nos lo regaló por Navidad, hemos podido leerlo.
Nos ha costado bastante leerlo, pero no por la historia, sino por los turnos de trabajo, ya que los pocos días de descanso que hemos tenido, no nos apetecía leer demasiado, pero ya nos hemos puesto al día, y también tenemos próxima víctima escogida.
Este libro continúa la historia de Adelina, que tras el final de la primera parte, sale de Kenettra para poder continuar con su vida, y llevar a cabo su venganza. En este libro podemos encontrar una Adelina más avanzada en cuanto a conocimiento de los poderes de los malfettos, pero también encontraremos ciertas partes de su evolución que nos mantendrán en cierta vigilia, y querrán que sigamos seguir leyendo
A los Dagas ya los conocemos, así que poco hay que mencionar de ellos. Pero van a entrar en escena nuevos personajes que nos viene bien vigilar de cerca, ya que nos van a proporcionar puntos clave de la historia que se va a desarrollar, y que son muy importantes para el desenlace final de esta segunda parte y, estamos seguros, que de la tercera parte también.
¡Hoola! Los jóvenes de la élite fue mi segunda mejor lectura de 2016, una novela impresionante. El final me dejó demasiado impactada y ahora tengo muchas ganas de leer esta segunda parte
ResponderEliminarUn besote
Quiero comenzar esta saga a ver si me pongo al día que solo vengo a visitaros y me ponéis los colmillos largos..¡fatal fatal!
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