La milla verde

Octubre de 1932, penitenciaría de Cold Mountain. Los condenados a muerte aguardan el momento de ser conducidos a la silla eléctrica. Los crímenes abominables que han cometido les convierten en carnaza de un sistema legal que se alimenta de un círculo de locura, muerte y venganza. Y en esa antesala del infierno, Stephen King traza una pavorosa radiografía del horror en estado puro.

Hemos decidido leer esta novela, en la que se basa la película homónima, gracias a la recomendación de Sandry, del blog Sueños entre letras, que nos lo ha pintado tan bien, que teníamos que leerlo sí o sí. Hemos jugado con la "ventaja" de que aún no hemos visto la película (algo a lo que ya tenemos planeado ponerle remedio), así que todo lo que pasa en la historia nos pilla por sorpresa.

Desde nuestro punto de vista, Stephen King hace una crítica a la condena a muerte, al menos, una pequeña, y eso lo vamos descubriendo según van transcurriendo las páginas, ya que en toda su extensión, el libro nos tiene guardadas muchas sorpresas. 

Una de ellas es Coffey, todos los que hayáis visto la película, sabéis a que me sorpresas me refiero, esa parte que le da un toque sobrenatural a la historia. "Me llamo John Coffey, como café, pero se escribe diferente". Ese hombrón tan grande al que le vamos a coger cierto cariño a lo largo de la historia.

También nos encontramos a Delacroix, con su pequeño Cascabel. No queremos hacer mucha mención al pequeño ratoncito, ya que su historia, puede que transcurra de manera diferente entre la película y el libro. Pero sí que tiene relevancia Delacroix, y la manera en la que muere en la silla eléctrica. Creo que todos los que hayáis visto la película o leído el libro, ya sabéis la relación existente entre éste y Percy, uno de los guardias de Cold Mountain. 

No nos podemos olvidar del narrador, el jefe de la penitenciaría de Cold Mountain, que no el Alcaide, ese que nos va a describir con todo lujo de detalles lo que pasa dentro de las paredes de la prisión, y sus sentimientos e impresiones acerca de todos y cada uno de los personajes que aparecen en la trama porque, aunque aquí solo hemos nombrado a unos pocos, todos y cada uno de ellos tienen una relevancia importante para la trama.

Solo nos falta decir que, aunque pensábamos que íbamos a llorar muchísimo al final del libro, la sensación que nos ha dejado ha sido de paz. No os podemos explicar los motivos por razones obvias, pero sí que os animamos encarecidamente a leer esta historia que, aunque dura, es una de las mejores que hemos leído en toda nuestra vida.