El olor de las casas de los demás

Alaska 1970: la vida en este lugar no se parece a la vida en ningún otro sitio. Ruth quiere que su afligida madre se acuerde de ella. Dora desearía ser invisible a los ojos de su padre maltratador. Alyce  se ha quedado en casa para complacer a sus padres. Hank se ha escapado de la suya por culpa de sus hermanos. 

Tanto el título como la portada de esta novela nos ha llamado mucho la atención, así que sin pensárnoslo mucho nos hemos lanzado a por él, y la verdad es que este libro ha sido un gran descubrimiento.



Al empezar a leer el libro, nos hemos acordado de la película Crash (reseña aquí), aunque la ambientación y la historia en sí no tienen nada que ver, en ambos nos cuentan las historias de sus diferentes personajes, que de alguna manera u otra van a terminar uniéndose en un mismo punto.

Tranquilos, esto no es spoiler, ya que lo bonito de El olor de las casas de los demás es leer cómo todos nuestros protagonistas llegan a ese punto, después de pasar por su vida (ya sea buena o mala). Cada uno de ellos nos va a contar su propia historia, de hecho, cada capítulo relata la vida de cada uno de nuestros jóvenes personajes.

Es una historia desgarradora, pero no de las que nos hacen llorar, si no de las que nos hacen entender, una historia que, cuando la terminas, quedas con una sensación de paz. No sabemos muy bien como describir estos sentimientos, pero sí podemos decir que leer El olor de las casas de los demás merece mucho la pena. Es un nuevo mundo por descubrir en tan solo 264 páginas.