Lágrimas de noviembre

 

 

 

Silvia no encaja en su familia ni en su instituto. Hace lo imposible por tener una vida normal, pero no se siente feliz. En su vida falta algo, pero no sabe el qué. Rubén, en cambio, se siente querido por su familia adoptiva, pero no puede olvidar a la hermana melliza de la que lo separaron cuando eran bebés. Así que decide viajar a Madrid para buscarla. Pero la búsqueda no será tan sencilla como se imaginaba. Cuando llega a la capital, se encuentra con un rompecabezas lleno de piezas difíciles de encajar.

Este libro lo hemos descubierto, para variar, paseando entre las estanterías de la biblioteca y nos lo hemos traído para casa. De las 300 páginas que tiene, las doscientas primeras nos las hemos bebido. Las últimas 100 nos han costado un poco más, y creemos que parte de la trama está inconclusa, pero aún así ha resultado entretenido. 

Como bien se comenta en la sinopsis, Rubén es su joven de dieciséis años que se va a Madrid en busca de su hermana perdida, pues siente la necesidad de reencontrarse con ella. Todo muy lícito, pero no debemos obviar la parte de que Rubén es menor de edad y los padres lo autorizan a irse a una ciudad que no conoce, donde no tiene alojamiento y no tiene ningún apoyo, para buscar a su hermana. 

En cuanto a Silvia, su historia nos resulta más creíble. Ella siente que no encaja con su familia. Cree que le ocultan cosas y además, sus padres están en plenos trámites de divorcio. En este caso, no hay nada que falle, a partir de ahí podemos tener una trama muy bien construida. 

Rubén cuenta con el apoyo de su prima Vanesa, que incluso conoce a un agente de la Guardia Civil que va a ayudar a Rubén a encontrar a su hermana. Y nos encontramos con una persona mirando los ficheros de la base de datos de uno de los cuerpos de seguridad del Estado sin motivo alguno, ya que no hay ninguna investigación que lo justifique. Ahí es donde ponemos la puntilla a la documentación de la autora. 

En cuanto a la búsqueda de Rubén, sí debemos de reconocer que nos ha gustado la manera en que se ha desarrollado y como ha encajado en el universo de Silvia. Ahí solo podemos poner la pega, otra vez, de la edad de Rubén, pero si estuviéramos hablando de personas adultas, nos habría convencido mucho más. 

Por otra parte, y ya para finalizar, a lo largo de las páginas de este libro aparece una subtrama de robos e intentos de asesinato que queda completamente abierta. No se sabe qué pasa con los malhechores porque el libro acaba de golpe y porrazo. Y eso, como buenos amantes del thriller, no nos ha gustado nada. 

Aún así, no podemos más que sorprendernos de que la autora ha escrito este libro cuando tenía 13 años. Pero ella misma reconoce que lo ha reescrito siendo adulta, así que creemos que en esta última revisión, hubiera estado bien un poco más de documentación sobre cómo se realizan las investigaciones, las consecuencias que pueden tener unos padres que permiten que su hijo se ausente de la escolarización durante tanto tiempo y cómo finalizar una trama de criminalística. Aún así, queremos animar a la autora a seguir escribiendo, aunque prestando mucha más atención a esos detalles e intentando no dejar esas tramas abiertas.